¡La solidaridad femenina, no existe!
El sábado pasado, en la tarde, estaba de compras con mi esposa y pude apreciar un cuadro que al principio fue gracioso pero luego se transformó en algo muy triste.
En el vestier contiguo una mujer de al menos 1.85 de estatura (con zapatos incluídos), bastante rolliza ella, se estaba probando unas blusas ya que tenía una cita esa noche con alguien.
Dos “amigas” la acompañaban y ella, inocentemente, confiaba en sus juicios y criterio, así que esto iba más o menos así.La vendedora le pasó 3 blusas distintas, una blanca, una azul y una beige (tengo memoria fotográfica y me encanta fijarme en pendejadas).
Entró al vestier, se puso la primera y salió.
– ¿qué tal? (con la beige puesta)
– Diviiiiina amiga, esa es!
– ¿en serio, esta?
– Si, esa esa es, te queda súper bien.
No muy convencida entró de nuevo al vestier e inmediatamente las dos harpías voltearon a mirarse entre si, a hacerse gestos como de “guácala” y a reírse con una perversidad increíble. Entonces la amiga/víctima sale del vestier:
– ¿y esta? (con la azul, que tenía unos ‘cositos’ brillantes en el frente, muy feos)
– Ah no, esta te queda MU-CHO-ME-JOR ¡esta va a ser!
– Ay, pero es que esto en el frente no me gusta.
– No, eso es lo más bonito de la blusa, seguro.
Volvió a entrar y continuaron las risas silenciadas de las otras dos. Creo que la vendedora se dio cuenta de esto y prefirió irse.
– ¿Y esta? (con la blusa blanca puesta)
– Mmmmm, no, esa no te queda bien.
– No, para nada, te queda como rara (replicó la otra)
– Pero esta si me gusta como se me ve (y voy a ser sincero, esta SÍ le quedaba bien)
– No, esta no, la verdad no, te queda mejor la azulita (que era JEDIONDA)
En este momento la vendedora hace una breve interrupción y le dice que esa fue la que le quedó mejor, así que ella ya habiendo tomado la decisión por la blusa blanca sigue mirándose en el espejo con la elegida y antes de que entrara a cambiarse para dirigirse a la caja una de las amigas harpías hace el apunte final:
– Pero si vas a llevar esa, vas a tener que pedirla una ‘tallita’ más grande.
Pucha, fuera de eso le dice gorda y la pobre incluso lo duda y piensa en pedir la talla más grande. Finalmente toma la decisión y compra esa blusa ante los refunfuños mentales de las otras dos y me imagino yo que de una envidia asesina como sólo una mujer puede sentirla.
Ojo, mucho cuidado que no estoy diciendo que TODAS las mujeres sean así, pero es que esto me parece increíble. Entre los hombres, cuando por casualidades de la vida le pedimos el favor a un amigo que nos acompañe a comprar algo, entre jartera del que acompaña como jartera del acompañado, la sinceridad es total y si lo que se está probando el amigo le queda ridículo irá acompañado de frases como “parecés una tía guevón” o “con eso te podés ir a dar nalga en las noches”, y en caso de que le quede bien, está la frase perentoria “eso te queda bien guevón, pagá y nos vamos”.
Vuelvo y repito, no TODAS las mujeres son así, pero para aquellas féminas que lean esto, mi consejo es que o vayan con la amiga que de verdad más las quiera o se consigan a un amigo sincero y sin pelos en la glotis que les diga si se ven bien o no. O recurrir al “amiguis” que gusta de sus amigos. Ya ustedes verán.
Esta imagen es una falacia, todas se odian entre ellas
¿y ustedes van de compras solos/as? ¿prefieren compañía? ¿todavía compran ropa con la mamá?
¡Gracias por leer!
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