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Las buenas ideas hay que reconocerlas – MIOtarjeta

Hace un tiempo ya, mi esposa y yo nos reunimos con una pareja de amigos que trabajan en Metrocali, operador del Sistema de Transporte Masivo (MÍO), aquí en Cali.  De hecho, allí se conocieron, se ennoviaron y trabajan juntos, pero en áreas separadas.

Vinos van, vinos vienen terminé conversando con él sobre cómo funciona la tarjeta del MÍO y seguramente explicándolo como si yo fuera un niño ebrio de 6 años me dijo que era igual que las tarjetas débito con chip que tienen los bancos.  Así de sencillo…
Y así como tantas ideas geniales que he tenido en la vida, se me vino esto a la mente: “¿entonces los bancos por qué ofrecen ese servicio y uno entra al MÍO con la tarjeta de ellos y le van descontando a uno del saldo?“.  Hubo un breve silencio en el comedor y finalmente mis tres departientes afirmaron que esa idea era maravillosa, que eso debía hacerse, que era algo tan revolucionario que cambiaría al mundo, etc, etc, etc.  Conversaciones de gente brevemente alicorada y una idea más de esas mías que quedan por ahí en el limbo, dando vueltas hasta que se desvanecen.

Tiempo después, algo más de un año, me di cuenta que la idea no se quedó perdida, tal vez encontró la forma de aparecérsele en sueños a algún ejecutivo del Banco de Bogotá y  en una reunión en la que seguramente lo aplaudieron muchísimo gracias a MI idea, decidieron que eso se iba a hacer.  Y lo hicieron.

Yo tuve una relación muy bonita con el Banco de Bogotá desde muy niño; en la oficina de Cartago trabajaba -y aún lo hace- Gloria, una cajera que nunca me dejaba hacer cola y además tenía una hija bellísima de la que viví tragado un tiempo (nunca me paró bolas y creo que fue mi primer caso de “friendzoning“), hasta la fiesta de 15 de ella fui, sólo para verla bailar con otros manes.  El caso es que tuve una cuenta infantil y me regalaban cosas, luego al cumplir yo los 15 (hubo fiesta también), me cambiaron a la cuenta 15-25 y tuve mi primer tarjeta débito.  Nunca tenía mucha plata que digamos, pero servía para chicanear y por ahí en más de una ocasión me sacó de apuros porque en ese entonces todavía se podían retirar de a 5 mil pesitos, un dineral para la época.

Esta relación se acabó cuando entré a la universidad en Manizales, ya que por donde yo vivía y cerca a mi Alma Mater no había ningún cajero del banco, solamente uno de Conavi, que realmente era el único y pues no se prestaba ni el clima, ni las distancias ni el costo de tener que ir hasta el centro de la ciudad para usar un cajero.  Así fue como me pasé para el banco de la abejita, donde también me trataron muy bien y todo fue regio hasta que la absorbió otro banco más grande.  Abejita Q.E.P.D.

Pero viendo este servicio que ahora ofrecía el Banco de Bogotá para entrar al MÍO sólo fue ir a una oficina y preguntar si había forma de tener de nuevo la tarjeta.  Lo que más me impresionó fue que tuvieran mis datos todavía luego de más de 12 años de no tener relación con ellos.  Tenían la dirección de mi casa en Cartago y el teléfono viejo, 23522, de cinco cifras, ahora son de 7.  Si alguna chica quiere llamar, lo siento, ese número ya no existe. XD

Me dieron la tarjeta, la cargué con un saldo y al otro día pude empezar a usarla y de ahí en adelante pude ahorrarme las filas para comprar pasajes (que son larguísimas), las filas luego para entrar, el atascamiento de gente, la espera.  Y es que no hay nada peor que estar haciendo fila afuera de la estación y ver pasar desocupado el bus que justamente uno está esperando, luego entrar, esperar otro rato y que cuando finalmente llegue, venga llenísimo y que mágicamente todos los que están con usted esperando quieran entrar justamente a ese.

Tampoco falta la señora de edad que le grita a la cajera dentro de su cubículo y no le entiende o el estudiante que llega a comprar un pasaje que en Cali vale $1.500 pesitos y justo le faltan $100.  No es sólo la fila, es la razón para demorarse de cada uno de los que están delante de usted.

Otra ventaja que pensé en estos días, es que proximamente que deba viajar a Bogotá voy a poder entrar al Transmilenio sin tener que hacer esas filas interminables y que ya sufrí cuando viví en la capital durante 3 años. Créanme que sé lo que es sufrir en la estación de la Calle 100.

Llevo un mes ya con la tarjeta y puedo dar fe de las ventajas de tener la MÍO tarjeta del Banco de Bogotá, tanto que hasta hice un video en compañía de otros amigos que en Cali y en Bogotá la están usando, aquí se las comparto:

De verdad que vale la pena, muchas veces los viajes son demorados más por la espera afuera de las estaciones que por la duración del trayecto.  Y si ya tienen su tarjeta es sólo preguntar si ya pueden usarla, si no, abrir una cuenta en el Banco no les toma más de media hora.

Gracias por leer y si tienen alguna pregunta, no duden en hacerla en los comentarios.

 


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